Sobre la línea de las cejas y otras formas de determinar nuestro destino
Durante el revuelo mediático ocurrido después de la supuesta captura y liberación de Ovidio Guzmán, el hijo del narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán, un sinnúmero de notas periodísticas se dedicaron a analizar el tema. Una de estas notas, publicada en octubre de este año en el diario mexicano El Universal, se tituló: “Ovidio Guzmán, un líder depresivo, revela análisis de rostro” . La nota, que retoma fragmentos de una entrevista con una “especialista en lectura de rostro”, hace un recorrido topográfico por los rasgos físicos de la cara y cabello de Ovidio como el peinado, la ceja y las orejas, y los convierte en medidas de la personalidad. Vaya, como una especie de horóscopo confeccionado en los huesos y en la piel.
Esta supuesta lectura de rasgos físicos y su relación con la personalidad y el comportamiento de los individuos tiene una larga historia. Nos recuerda un poco a la frenología, teoría ahora desacreditada que aseguraba que el carácter y las habilidades de las personas podían deducirse de la forma y tamaño de varias protuberancias en el cráneo. Características como la “memoria verbal”, la “conyugalidad” y el “secretismo” correspondían con distintas zonas del cráneo, que representaban a su vez una función de determinadas áreas del cerebro asociadas con estas “habilidades”. Durante el auge de la frenología en el siglo XIX, la vida cotidiana estuvo marcada por las creencias establecidas por esta teoría; por ejemplo, los empleadores anunciaban trabajos pidiendo que los candidatos presentaran perfiles frenológicos particulares (Scherlinder, 1997). Otros de los antecedentes de esta visión determinista 1 es la fisiognomía y la antropología criminal, prácticas del siglo XIX derivadas de la antropometría, en las que se determinaba el carácter, personalidad e incluso el destino criminal de una persona a partir de la apariencia física de su rostro y otras características corporales. Estas teorías estaban basadas en la idea de la medición como autoridad de objetividad para alcanzar el conocimiento sobre la naturaleza, práctica característica de la ciencia europea del siglo XIX y resultado de una profunda tradición colonialista de sistematizar la diversidad con el objetivo de conocer, ordenar, administrar y comercializar los recursos de las colonias europeas.
Durante los años en los que la frenología, la antropología criminal y la fisiognomía estuvieron en auge, hubo críticas al determinismo biológico que planteaban. León Tolstoi por ejemplo, criticó la continua invocación de la ciencia de la época para evitar cuestionamientos más profundos sobre una transformación social en aras de la equidad (Gould, 2008). La biología y la antropología, planteadas de esta manera, legitimaban la desigualdad existente como algo natural, innato. Sin embargo, ante la falta de evidencia y el reconocimiento de los sesgos racistas y clasistas en el planteamiento de estos estudios, estas teorías fueron refutadas y descartadas. La frenología, la antropología criminal y la fisiognomía se rechazaron como conocimientos científicos válidos por las formas en las que la ciencia comenzó a trabajar a partir del siglo XX y cayeron en desuso para explicar el mundo. En la historia de la ciencia y en su desarrollo actual, podemos encontrar muchos ejemplos sobre cómo los prejuicios suelen dictar las conclusiones de los estudios, a través de supuestos, planteamientos y fallas en el diseño de los proyectos de investigación.
Pero más allá de proclamar una falsa idea de progreso científico en una plana línea temporal en donde la frenología y la antropología criminal se encuentran en el extremo del atraso, la ignorancia y falsedad, y el reconocimiento de la diversidad y el indeterminismo del lado del progreso o el conocimiento, podríamos preguntarnos por qué este tipo de interpretaciones deterministas de la naturaleza humana continúan apareciendo en medios masivos de comunicación y cuáles son sus implicaciones. ¿Cuál es el problema de hacer estas lecturas de los cuerpos y la realidad? El problema es que las interpretaciones nunca son neutrales y siempre son creadas desde una perspectiva. “Precavido”, “con energía, valores y principios”, “no mandón ni impositivo”, “alguien que lleva a cabo proyectos bien planeados y organizados”, “poderío nato” son algunos de los adjetivos impuestos a Ovidio por la lectura del rostro. Genera una gran suspicacia que estas características morales y psicológicas sean valores tan apreciados en una sociedad dominada por la competencia, obsesionada con la ganancia, el emprendedurismo, la perfectibilidad individual y su idea asociada de que la posibilidad de cambio social reside en el individuo. ¿Los rasgos físicos de Ovidio tendrían un significado diferente en otro contexto? Seguro que sí. ¿Cuál es la función de una lectura de este tipo?
La determinación planteada por la interpretación del rostro y el peinado de las personas parece una sentencia: ¿Cómo se debe ver un “líder”? (un líder de los negocios, en este caso) ¿Se nace con esto? ¿Podré algún día verme como uno? ¿Qué debo hacer para lograrlo? ¿Si me cambio el peinado podré aspirar a una mejor vida? Podría parecer que una línea de ceja parecida a la de Ovidio nos acerca más al camino de ser exitoso en los negocios y ascender socialmente. Pero el determinismo biológico ofrecido en estas lecturas falla, dado que las características que invoca para hacer distinciones entre los grupos son productos del devenir histórico y cultural de una sociedad (Gould, 2008). Los valores asociados con el éxito en los negocios como los enunciados en esta nota periodística, tienen relación con la historia del capitalismo, el despojo, el colonialismo y el neoliberalismo, no con nuestra conformación anatómica.
Dentro de esta visión del mundo, los pocos caminos al éxito (entendido únicamente en referencias capitalistas) han sido trazados previamente y las posibilidades de apariencia y desarrollo, impuestas. Así, alguien que quiera ser un líder (porque, ¿qué otra opción habría en este mundo?) habrá de tener la línea de las cejas de tal o cual manera, cierto peinado y forma de mandíbula, y alguien que pretenda encontrar a alguno (por ejemplo, al seleccionar a un candidato para una beca) buscará en un mínimo rango de apariencias (como los anuncios de los trabajos en el siglo XIX antes mencionados). Esta idea de perfectibilidad individual y constante mejora personal en pro de la ganancia, puede llevar a aspirar a ideales pre-determinados y hacer lo posible desde el individuo y el consumo, por parecerse a ellos. Los efectos de esta estrecha visión en la que se imponen fenotipos y valores asociados dejan fuera a una gran cantidad de personas y variabilidades, y con ellas a otras posibilidades de mundo. Al perpetuar los estereotipos (que son meras abstracciones inventadas), corremos el riesgo de caricaturizar a los demás y despojarlos de su individualidad y trayectoria. Además, se sigue reforzando una serie de falsos valores asociados con el poder adquisitivo y las clases privilegiadas, borrando de tajo las complejidades histórico-sociales de las múltiples desigualdades en nuestro país. Por otro lado, la supuesta lectura también menciona que Ovidio “tiende a la depresión” y, que por la forma de su peinado, “se le nubla el pensamiento y la inteligencia”, marcando el camino con estas palabras para la estigmatización y falsa asociación de características físicas con la salud mental y el desarrollo intelectual de las personas. Convivimos y establecemos relaciones con los demás todos los días días bajo una falsa ilusión de uniformidad y etiquetas. Navegamos en un mundo de diversidad con un maltrecho mapa de clases y tipos.
Me pregunto, ¿cuál sería el aspecto del rostro de los “no líderes” en la interpretación de la entrevistada en el terrible periódico? ¿Tendrá descrito un tipo de cejas, por ejemplo, para las personas que no tendremos acceso a una pensión?, ¿habrá una forma de orejas para las personas explotadas laboralmente y sin seguridad social? ¿habrá una entreceja específica para las personas que trabajan a favor de establecer grandes construcciones en detrimento de los bienes ambientales comunitarios? Ciertamente que no. Los intentos por naturalizar la desigualdad y la violencia, y generar aspiraciones individuales de mejora y productividad, siguen estando presentes en todos lados, y ante esto podríamos preguntarnos sobre su origen e intenciones. ¿Acaso no podemos pensar en un mundo no determinado en el que haya lugar para la diversidad, la equidad y el cambio?
Referencias
Gould, S.J., 2008, La falsa medida del hombre: México, Crítica, 272 p.
“Ovidio Guzmán, un líder depresivo, revela análisis de rostro”, 21 de octubre de 2019, El Universal. Recuperado de https://www.eluniversal.com.mx/nacion/ovidio-guzman-un-lider-depresivo-revela-analisis-de-rostro
Scherlinder Morse, M., 1997, Facing a Bumpy History: Smithsonian Magazine. Disponible en https://www.smithsonianmag.com/history/facing-a-bumpy-history-144497373/